Mosteiro de Arouca

Comenzó con una comunidad dual, masculina y femenina, convirtiéndose en un monasterio femenino y adoptando la Regla de San Benito a finales del siglo XI. La afiliación a la Orden del Císter, que tuvo lugar en el siglo XIII, se asocia con la figura de la Infanta Doña Mafalda, hija de Don Sancho I, quien, en 1220, decidió incorporar a las monjas a la nueva Orden. Dotado de un vasto patrimonio, se convirtió en uno de los monasterios femeninos portugueses más importantes. Refugiada en el convento, Doña Mafalda se ganó una reputación de santidad, a la que contribuyó el descubrimiento del estado incorrupto de su cuerpo, y fue beatificada en el siglo XVIII. El convento se extinguió definitivamente en 1886, con la muerte de la última monja abadesa. Los edificios monásticos están integrados en el tejido urbano de la ciudad de Arouca y, aunque de origen medieval, reflejan las grandes transformaciones que tuvieron lugar en el siglo XVIII. Solamente los restos de un rosetón del siglo XIV y una inscripción del siglo X evocan su antigüedad.